Historia de Il Caffe di Francesco

Historia de Il Caffè di Francesco

El 1992 fue un año especial para Barcelona. El Barça ganó su primera Copa de Europa. Los Juegos Olímpicos pusieron la ciudad en el mapa. Y sobre todo, ¡llegó el buen café gracias a Il Caffè di Francesco!

Si, ya sé que exagero un poco, por decirlo suavemente, cuando pongo la inauguración del Café de la calle Consell de Cent a la altura del Barça y los Juegos Olímpicos. Pero en el negocio de la hostelería, y sobre todo, entre la gente de la ciudad que gusta del buen café, fue todo un acontecimiento. La prueba es que empezaron a aparecer como setas otros locales al estilo del Caffè di Francesco, que con el paso de los años, se han ido apagando.

Pero vamos por partes. ¿Qué café se podía tomar en la lejana Barcelona preolímpica antes de Il Caffè di Francesco?

Con la llegada en 1939 de las tropas nacionales del dictador Franco, entramos en un periodo oscuro de nuestra historia. La miseria, más el aislamiento del régimen dictatorial, hicieron que la importación de café fuera principalmente desde Guinea Ecuatorial, en aquellos tiempos colonia española, o desde los pocos países afines al Régimen. Se trataba de un café de variedad robusta, de calidad dudosa y precio muy económico, que llegaba principalmente a través del puerto de Barcelona. Esta carencia de calidad (aroma, sabor) era camuflada tostando mucho el café, y añadiendo azúcar: el famoso café torrefacto. El sabor intenso a carbón y la baja calidad llevan a consumirlo mezclándolo con leche y una de las consecuencias es el hecho que en Barcelona, incluso hoy en día, se toman muchos más cortados y cafés con leche que cafés solos. La otra consecuencia es la deshabituación del gusto por el café espresso con respecto a otros grandes consumidores de café de nuestro entorno como Italia o Portugal.

Pero volviendo a la intrahistoria del Caffè di Francesco, el patrón Francesco, que de hecho se llama Francis, nace en postguerra en una casa sobre un bar, hijo y nieto de taberneros. No le ha gustado nunca la leche, así que no sería extraño que le hubieran dado café ya desde muy pequeño. No tardó en servirlos en el bar, que era como su casa. Se ha pasado la vida en los bares, detrás de la barra, delante de una máquina de café.

Muchos años después, ya en los años ochenta, hizo un viaje por Italia, y pudo degustar el café de aquel país. Sobre todo el del norte le entusiasmó: suave, aromático, con cuerpo… Un tipo de café que no se encontraba en Barcelona, pero que estaba convencido de que resultaría del agrado del paladar local. Siguió buscando y encontró, en un rincón del Piamonte, el Maestro Cafetero que tuesta y mezcla los cafés de forma artesana. Importó el café y en octubre del 1992 abrió el primer Caffè di Francesco, revolucionando el mundo de la hostelería y el café en Barcelona. La ciudad volvía a tener un café a su gusto.

Ha llovido mucho desde octubre de 1992. En Barcelona, ya cuesta encontrar cafés como aquellos que había antes del año Olímpico y del Barça. El Caffè di Francesco ha crecido y ya tiene 8 locales abiertos, uno de ellos en Sabadell. Sigue con el mismo café del norte de Italia, y con otras variedades que hemos ido incorporando con el tiempo, ¡siempre perfectamente adaptados al gusto del patrón y a vuestro gusto!



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